domingo, 21 de febrero de 2010

Oh, mierda

Bajé corriendo la calle, como siempre, con prisas, volando a todos lados. Pisé un charco, un parterre con barro y el pie de una señora con la me disculpé a la velocidad de la luz sin apenas detenerme a contemplar su mirada de odio y dolor.

Salté las escaleras de la boca de metro, desenfundé el abono transporte con la destreza de un mosquetero y me adentré en el submundo del transporte público.

Justo al posar una de mis patas en el arcén, hizo su entrada el primer vagón del ramal. Al pararme, después de la carrera, percibí el agradable aroma de la multitud. Arrugué la nariz, la humanidad apesta. Lo sé, no he descubierto América al decir esto. Entré y me quedé de pie, en el huequito que la masa me había reservado en su seno. Adoro sentirme envuelta por desconocidos con problemas de sudoración y de comunicación con su desodorante.

Pero este hedor era especial, como de excremento mental, como si todos hubieran decidido exudar sus miedos por los poros de su piel. Sí, liberemos los nudos del alma a primera hora de la mañana, seamos sinceros: tú hoy no te has duchado, amigo, me lo has contado al subir el brazo para asirte a la barra del techo, y para matarme al hacerlo, de paso. Y usté, señora, si acerca la cara verá que puedo hundir uno de mis deditos en las capas de maquillaje de sus pómulos pero lleva tantos litros de perfume encima que si avanza unos centímetros hacia aquí, los piojos del niño que tengo al lado se lanzarán en una caída libre suicida hacia el pegajoso suelo post-jueves.

Vale, exagero, el perfume de la fémina es intenso, pero no es lo más molesto (los piojos no opinaron lo mismo, según pude oírles).

Siguiente parada: bocanada de aire menos cargado. Aprovecho para sacar mi napia y aspirar un poco. Me veo empujada por una corriente humana que quiere salir y empuja para renacer en un nuevo arcén, de una vieja parada de metro.

Me estoy oxidando, me paso la vida metida en este sitio. Yendo y viniendo por raíles sin saber quién me conduce. Como yo, los de aquí se dejan llevar por estas vías.

Por Dios, qué mal huele. Los de mi alrededor tienen la misma mueca “puaj” que yo. Me cuesta entrar de nuevo. Sólo quedan dos paradas. Aguanta. Vamos. Tú puedes, es sólo una percepción sensorial, puedes controlar cómo lo reciben los receptores de los cornetes nasales y cómo lo comunican al bulbo olfatorio, acuérdate, que descansa sobre la lámina cribosa del etmoides. Sí, piensa en eso, en cómo es tu nariz por dentro. Concéntrate, no huele tan mal. Debes aprender a evadirte de tu misantropía, la gente no es tan asquerosa. A veces te regalan bonitas secuencias que te hacen sonreír. Sí, piensa ahora en lo bien que te hacen sentir sus olores a veces. Lo bien que huele tu compañera Clara, el bebé que dormía en el carrito amarillo del otro día, la abuelita vecina cuando hace tarta de chocolate… EL perfume de sus mejillas cuando está recién afeitado… Vale para. Ya.

Por fin, puedo salir de esta jaula. Lo hago corriendo, sigo llegando tarde. Brinco escaleras arriba, me sorprende mi energía tan temprano. Salgo de la boca del lobo y cuando por fin me paro, con el corazón al trote, con el pulso acelerado, el chico guapo que, chuleta, está de risas con sus amigos en una esquina, me pega un grito y dice mientras señala a mis zapatos:

-¡Eh! Hoy te toca la lotería, vas pisando flores.

“Mierda”- Añado yo mentalmente con gran acierto, mientras me lanzó a untar el material que amorosamente se pega en mis suelas en un trocito de césped.

“Mierda”- Vuelvo a pensar, cuando recuerdo las “citas célebres” que acabo de dedicar a esa humanidad tan olorosa que, finalmente, resultó que no era otra más que yo. “Mierda”.

P.D Pido perdón silencioso (ninguno de ellos sabrá de esto nunca) a toda aquella gente que ha provocado un sentimiento de repugnancia en mí, sin más que por ser gente. Ya estoy en “rehab” para curarme.Lo siento, a veces mi ego olvida que yo nací con esa misma carne y con esas mismas suelas que pisan vuestros mismos suelos.

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“I’m trying to make me go to rehab
I said no, no, no
Yes I been black, but when I come back
You wont know, know, know "


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