jueves, 23 de diciembre de 2010

Diciembre

Hoy me he despertado tarde. Caótica. Acelerado el pulso y nublado el corazón. Hoy se me atragantaba el alma y me moría de calor.

Al incorporarme, la sangre me ha golpeado las plantas de los pies, y uno de ellos se ha atrevido a tocar el suelo. Pálido, frío, débil e inestable.

EL otro le ha seguido, temeroso de torcerse, temeroso de no ser capaz de soportar el peso del día. Pero me he levantado.

Hoy, he mirado mi mesa desordenada, llena de libros sobre patologías y trastornos, que me recuerdan que por la boca también puede morir el pez. Me recuerdan, que a veces hablamos de más, que tú no pudiste decir todo y que hoy no voy a llorar, que la vida es corta, perra y ramera, y que cada día que pasa, te extraño más.

Ayer, mi cabeza decidió rebelarse y montar una fiesta salvaje a la que invitó a todos mis miedos y muertos. Juntos, amordazaron a las poquitas ganas que tenía yo de reír, torturaron a mis esperanzas y se rieron de que fuera feliz. Pero me reí con ganas. Y mejor, también hice reír.

Hoy ya no llueve, hoy el sol se aventura a asomarse tímido. Hoy no hace frío. Hoy no sé hablar. No puedo pensar. No sé siquiera, aún, si esto es real.

Hoy, puede que el cielo no atrone, pero yo al mirarlo, sigo viendo, un gris y triste día del Diciembre.

Hoy, puede que el cielo no atrone, pero cada año que pasa,más siento que me dejaste sola, cargando con tu nombre.

¿Dónde estás corazón? ¿Dónde te has metido? Oye mis gritos, corazón, el cielo lleva siete años escondido.


...Vuelve.


S.S

jueves, 9 de diciembre de 2010

Sara

Sara decidió no quererse más y sin más, se propuso destruirse poco a poco. Porque del amor al odio, hay un paso, y Sara lo dio hoy a Medianoche.

Cargando en su petate las pocas cosas que no le habían comprado sus padres, y con una patada en el trasero, la saltaron al Mundo, frío y lluvioso de diciembre, que la recibía húmedo en un parque lleno de borrachos.

No devolvió las llamadas. No respondió a los gritos amigos que volaban en su búsqueda. No dio señales de vida, porque se veía muerta y se quería inerte.

Días antes, en el probador de “Bershkarius” una dependienta miraba con pavor las cicatrices de dolor, que Sara lucía en sus brazos. Líneas de piel mal curada lamían sus brazos y muñecas de arriba a abajo. Sus costillas pedían a gritos alimento. Ella, ya ni siquiera comía.

Y poco más puede añadirse a este relato inconexo, fresco y feo. No apareció aquella noche y se dejó caer en un bucle de malos hábitos y no buenas decisiones. Estás hasta el cuello, querida, el barro te llega a la altura de tus poco alegres ojos.

Lástima de juventud la suya, que por no tener experiencia en el amor, se escudó en su vergüenza y no acudió a los que la querían.

Lástima de escaso conocimiento, de pocas luces que alumbren sus tinieblas.

Lástima, que no se aferra a la mano que le tienden, que la muerde y la rehúye, que parece que le quema.

Sara.
Lástima ella.

Sara, salió corriendo, se roció las alas con oscuridad y se sepultó en su encierro



S.S






Saturno

Podría haberlo escrito en el intervalo. En ESE intervalo. Ya sabes, él se despedía, se acercaba un momento a la puerta, grande, conciliador y hacía alguna broma eh, ya no podemos creer en nadie, jeje, ya sabes, jeje, bueno, si llaman estoy en el móvil, hasta luego. Y después se iba, se completaba la interacción y ya comenzaba la siguiente historia. Pero seguía ahí, al cabo de dos minutos acababa la canción y lo oías mover las llaves o carraspear. En ese momento no tenía ningún sentido despedirse ya, era tan descorazonadora esa solemnidad, era un pequeño Babel en miniatura, la más pequeña unidad de rechazo o quizás. Quizás era una rendición pactada, sí, creo que era algo así. Era una rendición rutinaria, un desgarro emocional crónico, un suspiro a ritmo lento de metrónomo, no más de dos o tres veces por semana. A él supongo que le desgastaba. Yo seguía tumbado, mirando al techo, valorando la condición humana en su conjunto, canturreando un poco, sí, la vida humana en su conjunto o tomados de uno en uno, son como polvo, no son nadie, no son naaaaadie.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Mírame como si fueras un ángel

Si pudiera retroceder un segundo te lo diría

y mientras pasa ese instante,

al minuto después quizás todo se olvide.


Despacio te acercas a mi cama.

Despacio y silenciosamente,

para no despertarme, pero no lo haré.

Solo espero ansiosamente que en lo profundo de mi inconsciencia,

me digas, en mis sueños,

que me estás mirando como si fueras un ángel.


Seguro que desprendes el perfume que llevaba tu alma.

Aún lo huelo al pasar por el Puente de Cristal,

nombre del río que abraza y no de sí mismo.

Y así yo también sonrío cuando dicen:

“…“de “… “,

nombre de la persona que abracé y no de mí misma.


Desde mis sueños sé que aún me comprendes,

me proteges, y no hay necesidad de más.

No mucho más.

En mis sueños deseo tu beso ilusorio que vuelva a llevarme al abismo

que solo al despertar encuentro en mi cama vacía.

Un café frío y unas cortinas levantadas.


C.C.