domingo, 13 de noviembre de 2011

Mezclanza

Esa sensación de vacío cuando se acaba esta canción y las chicas guapas se callan. Ser consciente de que no nos vemos porque la vida lo quiere así. Lo quiso así.

La incertidumbre que genera el no saber nunca nada. Las once horas que nunca duermo. Los once días que lleva el mes once viviendo.

La angustia cuando los que queremos nos hacen daño, una y otra vez. Y el no poder hacer nada más que quedarnos mirando cómo nos llueve encima. Y mojarse. Mojarse mucho, hasta tener los huesos calados en lágrimas.

Mi perro anciano cojeando, escupiendo dientes y tosiendo como cualquier viejito. Y tú en una esquina de la ilusión, observando.

Y la luz que brilla en su pelo y en el sol de su ventana. Y lo lejos que me queda todo a veces. Y lo difícil que me resultan las cosas.

Todo lo injusto que ha pasado. Y todo lo justo que nunca pasará.

Sentir una mañana, la sensación de no haber despertado aún. Y caminar en estado vegetativo hasta la cocina. No hay leche. Mierda.

Recordar que esta noche no has parado de soñar cosas que no dan miedo, pero duelen más. Todas esas caras y voces, conocidas y queridas, danzando en esas seudopesadillas. Sueños con colores que no existen y con situaciones absurdas y personajes tuyos.

Todo, todo ello agitado porque te sientes triste. Y te da lo mismo ya desayunar cereales secos. Todo sabe igual. Y ahogarse, ahogarse cuando te repiten que este mundo no es el tuyo.Ahogarse aunque no tengas líquido que llevarte a la boca en tu desanimado tazón de desayuno.

S.S



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