miércoles, 24 de abril de 2013

Capítulo dos

...Y por eso salieron así las cosas. Al principio, me pregunté qué era ese sentimiento. Rápidamente me di cuenta de que algo estaba cambiando con respecto a cómo te miraba. Después, tras mucho razonar, supe que era amor platónico, simple, no inalcanzable (todos saben que en cualquier momento te podría haber tenido), sin más ánimo que el disfrute pleno de la perfección de tus modos y formas. Pero ahí te quedaste, no era amor romántico, a fin de cuentas.

Más tarde, pasaste a ser mi proyecto de ciencias. Mi experimento clandestino. Me dediqué a estudiar tu comportamiento y a intentar explicar tus erráticos cambios de dirección. Intenté, mediante el diálogo directo, entablar contigo ciertas normas por las cuales tú te pudieras guiar y caminar sin desorientar al resto de especímenes, siguiendo siempre la vía más lógica. Pero siempre te escapabas, intentabas huir por otros tubos e incluso te hacías la muerta.

Te reanimé varias veces, pero seguías KO. Te arrastrabas, como alma en pena, como si la sangre hubiera dejado tus venas.

Abandoné esas líneas de investigación, faltas de fondos ya y sin beneficios en ningún plano y te abandoné a ti. Y ahora,  ahora que no necesito investigar más, porque he encontrado la cura, he descubierto también, la calidez de la ternura.

Y te miro, sin verte, y me calienta el alma. Reconforta, aunque tu imagen se pierda en los hilos de las memorias, saber que fuiste un aprendizaje, un tierno y menos complicado aprendizaje, de lo que me hiciste creer.

Estés donde estés, cuídate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario