miércoles, 24 de abril de 2013

Juego de monos

Madre mía, y eso que no he llamado a los bomberos. No sé si las anestesias en el tronco nervioso del alma son reversibles, pero desde luego, me han infiltrado bien.

Sé, que quejarse no vale de nada. Pero creo que cuando en abril ya han llovido las aguas mil, hay que temer las aguas de mayo y temo, y me quejo y clamo. Y lo sé, lo sé, la fortuna es una ramera, estúpida, que no entiende de favores, esfuerzos ni sudores. No le importa na.

Ay...Qué ganas tengo de pasarme ya el nivel de este juego, repetitivo, cansino, absurdo...Qué ganas de pasar a la siguiente pantalla, y ver personajes y paisajes nuevos. Y puede que caras más amables, y monedas flotando en el aire, que al saltar se dejen coger. Y dejar de caer en caída libre, siempre amortiguando los golpes contra el suelo. Y ese cocodrilo antes no estaba, quién narices lo ha puesto ahí...Vaya, me han quitado una viuda, digo vida.

Puede que no sea un buen jugador, y eso sea todo. Sin más. Nunca se me dieron bien, ni los juegos de azar ni los de despacho. Tampoco los soterrados y sibilinos, femeninos de la peor, amargada y fea mujer. De esos de odio y costura, de ego herido y puñal. De falta de cariño y poder.

No, nunca se me dieron bien. Madre mía...Señora, no se ofenda, no me gusta cotillear,ni de mi vida ni de ninguna;  entienda que no le cuente toda la historia. Simplemente necesito descargar un poco...Para, quizá, poder ordenar, en la medida de lo posible,  todo lo que fluye ahora mismo por cabeza...

Madre mía...

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